El cine nos acercó en la década de los 80 a una dura realidad consecuencia en parte de la “modernidad” a través de la película “Kramer contra Kramer”, magnifico filme que cuenta una historia que posteriormente hemos podido vivir si no en nuestras propias carnes, a través de las historias de amigas, hermanos, conocidos. Dejando patente que se extendían más deprisa las consecuencias de una realidad social imparable que la gestión inteligente de la misma.
Según los datos recientes, en nuestro país en los últimos quince años, los divorcios se han triplicado (de 37.586 en 2001 a 114.019 en 2016). En España se producen casi siete rupturas por cada diez matrimonios, lo que supone una ratio muy superior a la media europea, que no llega a cinco.
La década de los cuarenta es la edad en la que más matrimonios se rompen en España. En concreto, cuatro de cada 10 parejas casadas deciden poner fin legal a su relación cuando sus cónyuges tienen entre 40 y 50 años, una edad en la que llevan, de media, 16,3 años de matrimonio. Lo cual supone, que, en muchos de estos casos, estos matrimonios que deciden separarse tienen hijos menores, ¿se está sabiendo gestionar bien esta realidad social?
Los divorcios afectan a 150.000 menores de edad en España cada año, según la Asociación Española de Abogados de Familia (AEAFA), que ha reclamado una jurisdicción especializada en rupturas matrimoniales para que «sean menos traumáticas tanto para hijos como padres».
Previo a la vía judicial, es de vital importancia la gestión de este cambio vital en las familias desde su propio seno, que en la mayoría de las ocasiones no se sabe elaborar de un modo sano, generando lesiones emocionales en los menores que podrían ser evitadas.
En este artículo proponemos algunas pautas sencillas que pueden facilitar el proceso, y que, aunque en ocasiones pueden parecer de “sentido común”, es de gran importancia recordar:
1. Presentar la ruptura como una decisión conjunta:
Los hij@s de padres y madres que en su momento compartieron la responsabilidad de informar a sus hijos sobre el divorcio, tienen a la larga un mejor ajuste psicológico. Si no se puede hacer conjuntamente, es importante que los dos progenitores den al niño el mismo mensaje, aunque lo hagan por separado.
2. Los menores tienen que ser informados
Los niños están capacitados para comprender la realidad que viven, siempre y cuando la información y el código sea adecuado a su edad mental, una explicación adecuada les ayudará a encajar la situación. Deben ser informados cuando la decisión esté definitivamente tomada y en firme, no antes.
3. No se les debe informar de los conflictos de fondo que tenga la pareja o que motiven su separación:
La explicación detallada de los motivos de la separación de la pareja suele tener más relación con la necesidad de agredir al excónyuge, de descarga emocional o la incapacidad de elaborar el malestar propio, que con las necesidades del niño
Si es importante informar al niñ@ de dónde va a vivir papá y mamá, cuándo los voy a ver, y cuestiones que afecten a su rutina anterior.
Una clave importante que puede ayudarnos a saber cuál es la información relevante para nuestr@s hij@ es preguntarnos:
“¿Para qué le sirve a mi hijo la información que quiero darle?”
“¿Que quiero conseguir con la información que le estoy dando?”
4. Explicación como padre y madre:
Hemos decido vivir separados y tú no tienes nada que ver con esta decisión.
Dejar claro que la decisión la hemos tomado como pareja, no como padre/madre.
Minimizar las posibilidades de que el niño se sienta culpable de la ruptura (fantasía muy frecuente que hay que intentar abordar con naturalidad)
5. No dramatizar ni mostrar comportamientos victimistas:
Actitudes de este tipo por parte de los padres suponen un alto riesgo para la salud psicológica del menor. Genera un nivel muy alto de ansiedad y confusión, y aumenta sus niveles de inseguridad debido a que obliga a posicionarse a los menores.
6. Es importante dejar claro que no hay un bueno y un malo, que no hay víctimas ni culpables. Normalizar y naturalizar la separación.
7. Aclarar al niño que se extingue el vínculo de la pareja, pero no el vínculo padre/madre-hijo.
“Papá y Mamá van a vivir separados, pero vamos a estar siempre que nos necesites” (generar seguridad afectiva y equilibrio)
8. Dejar tiempo para que, pasado de shock inicial, los niñ@s expresen sus sentimientos preocupaciones y dudas para poder conocer su estado emocional, siempre recordando que el ritmo lo marca el niño.
9. Algunas cuestiones que pueden preguntar los padres adaptándose a la edad de los hijos son:
¿Esperabas esta noticia?
¿Qué te parece nuestra decisión?
¿Cómo te sientes?
¿Hay algo que te preocupe?
¿Qué piensas?
¿Tienes miedo a que algo cambie?
De nosotros como adultos depende que este proceso sea vivido como un camino productivo que termine en ayudar a nuestros hijos a madurar emocionalmente, o un suceso traumático que repercuta en sus pautas relacionales futuras. Para ello es importante no olvidar que cuando existan dificultades en el proceso, debemos acudir a profesionales que acompañen y guíen en el camino, será de gran ayuda y muy beneficioso para nuestros menores y para nosotr@s mism@s.
Patricia Santiago García
Psicóloga General Sanitaria (M-26280)
Experta en Intervención Psicoterapéutica
Experta en Mediación y Orientación familiar
Experta en Terapia de Pareja