Como hemos comentado en otras ocasiones, para los terapeutas es de gran ayuda tener herramientas simbólicas para trabajar conceptos abstractos, una de las herramientas terapéuticas más útiles es la metáfora, hoy queremos presentar una que nos resulta en la clínica de gran utilidad, y que además podemos utilizar de una forma versátil, en forma de meditación, cómo guía para diferentes objetivos terapéuticos, para hacer un buen encuadre con nuestros pacientes. Resulta casi natural encontrar símiles y relaciones entre lo que explica la “metáfora del jardín” y la experiencia de vivir. Incluso se puede ir retomando a medida que avanza la terapia, y es lo suficientemente genérica y sencilla para que todo el mundo pueda hacerla suya.
Lo que te proponemos en primer lugar es trabajarla haciéndola tuya y la experimentes en primera persona.
Suponga que las plantas son como las cosas que usted quiere en su vida… así, ¿cuáles son las plantas de su jardín? ¿Cómo ve las plantas como jardinero? ¿Tienen flores, huelen bien, están frondosas? ¿Está cuidando las plantas que más quiere como usted las quiere cuidar?… Claro que no siempre dan las flores en el lugar que usted quieres, en el momento que lo desee; a veces se marchitan a pesar del cuidado; la cuestión es cómo ve que las está cuidando, ¿qué se interpone en su camino con las plantas, en su quehacer para con ellas? Quizás está gastando su vida en una planta del jardín. Ya sabe que en los jardines crecen malas hierbas. Imagine un jardinero que las corta tan pronto las ve, pero las malas hierbas vuelven a aparecer y nuevamente el jardinero se afana en cortarlas y así, ¿es ésa su experiencia con su problema? Surge…(cualquier problema, ansiedad, depresión o pensamientos y recuerdos que le hacen sentir mal) y… abandona el cuidado del jardín para ocuparse de ese problema. No obstante, las malas hierbas, a veces, favorecen el crecimiento de otras plantas, bien porque den espacio para que otras crezcan, bien porque hagan surcos. Puede que esa planta tenga algún valor para que las otras crezcan. A veces, las plantas tienen partes que no gustan pero que sirven, como ocurre con el rosal que para dar rosas ha de tener espinas. ¿Qué le sugiere? ¿Puede ver sus plantas y las áreas de su jardín donde aún no hay semillas? Algunas estarán mustias y otras frondosas. Hábleme de sus plantas y de si las cuida como usted quiere cuidarlas. Dígame si está satisfecho/a con el cuidado que da a sus plantas, si las cuida de acuerdo con lo que valora en su vida. (…) Es importante que sepamos, los dos, que yo nunca podré plantar semillas en su jardín, ni decirle qué semillas plantar, y cómo crecerán mejor; que nunca podré cuidar de sus plantas. Sólo usted podrá hacerlo. Y ahora, le pregunto si, por un minuto, ¿podría dejar de centrarse en la planta que le molesta, la que le ha traído aquí? ¿Estaría dispuesto/a aun con cualquier pensamiento sobre esta planta que no quiere hablar de las otras plantas de su jardín, de cómo están, e incluso estaría dispuesto a hacer algo con ellas, a cuidarlas incluso sin ganas?… Dígame, ¿qué hay entre usted y el cuidado de sus plantas? ¿Qué le impide cuidarlas ya?….
Si decidimos trabajarla por partes, para que nos ayude a asimilarla por objetivos, podría ser valioso realizar esta división:
El cuidado de las plantas: esfuerzo y constancia
Una lección muy importante que todo buen jardinero debe saber, es que puedes elegir qué plantas vas a regar y cuáles no, puedes decidir incluso dónde plantarlas y cuánto tiempo dedicarles; pero no puedes determinar el número de flores que saldrá en cada rama, el momento exacto del florecimiento o la posición justa de esas flores. Incluso con el mejor de los cuidados, hay veces que las plantas se marchitaran. La cuestión es, ¿cómo estas cuidando esas plantas? ¿Es muy agotador? Puede que pasen años hasta que ese magnífico árbol que imaginas te cobije del sol en verano. ¿Eres capaz de seguir cuidándolas hasta obtener los frutos de tus esfuerzos? El premio es vivir en ése jardín.
El terreno nos viene dado
Ahora te invito a dar unos pasos atrás y pararte a observar el terreno sobre el que estás construyendo tu jardín, quizás haya una fuente o un arroyo; puede que sea llano o que este hecho de altibajos. Hunde los dedos en la tierra ¿Con qué material estás trabajando? Todos los parajes naturales, como las personas, son distintos; y todos poseen una inherente belleza, pero puede que no todas las plantas crezcan en todos los terrenos. Puedes esforzarte a cavar zanjas y preparar el terreno, o puedes emplear la creatividad para sacarle el mejor partido, ambas son buenas opciones.
Las malas hierbas y las espinas
¿Has encontrado alguna mala hierba en tu jardín? Te aseguro que van a aparecer tarde o temprano, en todos los jardines nacen plantas que no hemos previsto. A veces nos afanamos tanto en limpiar el jardín de malas hierbas, que corremos el riesgo de olvidar regar aquellas plantas que justamente tratábamos de proteger. Puede que te des cuenta que a veces, unas pocas malas hierbas incluso favorecen el crecimiento de otras plantas bien porque dan espacio para que otras crezcan, bien porque hacen surcos. Puede que esa planta tenga algún valor para que las otras crezcan. A veces las plantas tienen partes que no gustan pero que sirven, como curre con el rosal que para dar rosas ha de tener espinas.
La terapia: plantar semillas
A fin de cuentas, el proceso terapéutico no es otra cosa que un paseo por este jardín, para tomar conciencia de qué hay allí ahora y poder decidir qué queremos cultivar en él y cuántos esfuerzos dedicar a cada rincón del mismo. El psicólogo te ofrece algunas semillas y te puede orientar sobre como empezar a cuidar esas plantas, pero tú eres el único jardinero de tu jardín y quien tiene la última palabra sobre cómo deben hacerse las cosas en él.
Otra opción podría ser utilizarla de forma gravada a modo de meditación, para ver que respuestas nos ofrece nuestra parte más conectada a estas preguntas y como va evolucionando el resultado de nuestro proceso de autoconocimiento.
Después de toda esta reflexión, ¿a qué conclusión llegas sobre tu jardín?, ¿a que tienes que ponerle atención?, Por dónde comenzar, puedes elegirlo de nuevo cada día, limpiando tu terreno mental de las piedras, malas hierbas y basura mental, creencias limitantes, juicios, criticas, para acondicionarlo de la mejor manera, colocarle tierra fértil, que son tus ganas, tu motivación, tu entusiasmo, tu pasión, y tu acción y sembrar con amor cada semilla, regarla con agua de vida, con alegría, esas plantas darán los frutos que te corresponden, dependiendo de lo que siembres.
*Bibliografia: “Terapia de aceptación y compromiso. Un tratamiento conductual orientado a los valores”. Kelly G. Wilson y M. Carmen Luciano Soriano
Patricia Santiago García
Psicóloga General Sanitaria (M-26280)
Experta en Intervención Psicoterapéutica
Experta en Mediación y Orientación familiar
Experta en Terapia de Pareja