Las consultas de psicólogos y orientadores en institutos están plagadas de familias desconcertadas por el comportamiento de sus hijos adolescentes, y especialmente por la carencia de herramientas para poder hacer frente a los conflictos que surgen en esta etapa de la vida.
Finaliza la infancia y nuestros chicos/as empiezan un proceso de individualización necesario pero que no siempre nos incluye como sus figuras de referencia principales, su grupo de iguales pasa a ocupar el lugar que anteriormente tenían papá y mamá, y comienza a confrontar con todo lo que procede de aquellos que han sido su guía hasta el momento.
En muchos momentos las situaciones pueden llegar a tensarse tanto que aparece la incomunicación, al final la confrontación para nuestros jóvenes es una forma de empezar a encontrarse, lo cual empieza por la negación del modelo impuesto. Para resolver los múltiples problemas que surgen con los hijos el mejor camino es el diálogo, pero no siempre estamos preparados como adultos para tenerlo, y en muchas ocasiones nos faltan herramientas para que sea exitoso.
En este artículo queremos plantear algunas sugerencias que pueden ayudarte a mejorar este proceso.
En primer lugar, tienes que mentalizarte positivamente y ponerte en una actitud de comprensión y de sincronización con tu hijo. Piensa: «Estaré atento a toda la información que me dé, descubriré sus sentimientos, no daré sermones ni haré sentencias. Voy a respetar su opinión». Si esta actitud no es honesta, y nos invade la idea de “niñato insolente”, es muy complicado que puedan abrirse a consensuar. Controlar nuestra propia rabia, es fundamental.
Es importante estar seguro que es un buen momento para hablar, tanto para ti como para tu hijo. No se pueden resolver problemas si no estamos calmados.
Para que el dialogo sea constructivo y asertivo, de lo primero que tendrás que hablar será de los sentimientos y necesidades de tu hijo. Debes escucharle atentamente, sin interrumpirle, dejarle hablar. Intenta ver claramente cuál es el problema. No minimices ni ridiculices sentimientos, acógelos aunque no seas capaz de entenderlos o te parezcan nimiedades.
Seguidamente hablarás de tus sentimientos y necesidades. Sin entrar en reproches, pero intentando ser preciso en lo que a ti te sucede respecto al problema o la situación que se esté tratando de solucionar.
Pensad juntos las soluciones posibles que veáis. Incluso pueden escribirse. No debes despreciar ninguna idea, por extraña que parezca. Todo lo que se os ocurra debe ser tenido en cuenta.
Por último, decidid qué sugerencias no son buenas y en cuáles estáis de acuerdo. Si no podéis hallar una solución en ese momento, significa que necesitáis más meditación, más intercambio de opiniones. No puede verse como un fracaso, puesto que llegar a entenderse es un proceso, y esta es la primera fase, la frustración no nos servirá para avanzar, así que es otro factor a gestionar.
Estrategias:
- Dejadlo para otro momento.
- Debes ponerte en el lugar de tu hijo para intentar entenderle, recordar lo que tú sentías a su edad, lo que te gustaba.
- Probablemente encuentres que tu hijo es más exigente de lo que tú eras. Debes tener en cuenta que, en la mayoría de los casos, ahora hay más confianza con los padres, y eso hace que se atrevan a pedir más. Si crees que lo que desea tu hijo realmente no le conviene y no estás dispuesto a permitírselo, dile tus motivos; aunque inicialmente se enfade, en el fondo lo comprenderá.
- Casi todos los problemas se pueden solucionar llegando a un acuerdo mutuo. Si no es posible, por supuesto que el educador y el responsable eres tú .
Recomendaciones:
- El diálogo es el mejor medio de conocer a tu hijo, de resolver problemas, de aumentar la unión entre vosotros.
- Busca tener tiempo para hablar, ambientes en los que a tu hijo le apetezca más hablar. Habla aunque sea de cosas poco importantes. El diálogo es también una costumbre que se aprende. Si habláis de todo en casa, le será más fácil hablar de lo que le preocupa.
- Aprende a escuchar activamente. No olvides: Escucha atentamente y dile que has entendido su sentimiento.
- Usa un estilo asertivo de comunicación: Respeta a quien te habla, pero expresa tus deseos sin hacer daño.
- Cuando te enfades, si es posible, espera a estar calmado para hablar. Muchas veces es mejor callar que hablar.
- Intenta que tus conversaciones se acompañen frecuentemente de HUMOR.

Patricia Santiago García
Psicóloga General Sanitaria (M-26280)
Experta en Intervención Psicoterapéutica
Experta en Mediación y Orientación familiar
Experta en Terapia de Pareja